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México no Necesita un Nuevo Líder sino un Nuevo Sistema.

Foto: Gorodenkoff en iStock

Empecemos por el final: México está en un proceso de destrucción de instituciones para asegurar que quienes están en el poder se queden para siempre; no es, como afirman, el inicio de una nueva era sino el fin de un sistema político que permitió que el país viviera durante un siglo con una relativa calma, si bien su prosperidad fue muy desigual. Pero el sistema dejó de funcionar. Pasó de ser una clase dirigente que gobernaba para su propio provecho, a una tecnocracia corrupta, a una cleptocracia mediocre (un gobierno cuyos dirigentes corruptos utilizan el poder político para crear y ampliar sus fortunas), a una kakistocracia deshonesta (un sistema de gobierno dirigido por los peores ciudadanos, los menos capacitados, carentes de escrúpulos) encabezada por un líder fanático e ignorante intelectualmente discapacitado.

No hay cuarta transformación, se vive el final del sistema político Mexicano.

Lejos de marcar el inicio de una nueva era en la historia, la oscura, pretenciosa y pedante denominación llamada “Cuarta Transformación” (4T) no es otra cosa que la destrucción sistemática y rabiosa de las instituciones sin ningún plan ni modelo, ni siquiera una idea aproximada de lo que hay que hacer para alcanzar los nebulosos objetivos derivados de los lemas de campaña, barnizados con fijaciones ideológicas propias de la adolescencia.

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Los partidos políticos se convirtieron en franquicias controladas por pandillas que se repartían el botín de los cargos públicos en su beneficio, mediante contratos, concesiones, licencias, exenciones, dispensas, condonaciones, nombramientos para puestos clave, candidaturas a cargos legislativos, modificaciones de leyes y reglamentos, sobreseimientos de investigaciones penales y muchos otros beneficios indebidos e ilegales, como la concesión de honores inmerecidos que les favorecían a ellos o a sus allegados. Esto fue cada vez más público y notorio, degradando la imagen del funcionario público, del político y de su partido ante el electorado. Según Transparencia Internacional, el 91% de los mexicanos percibe que los partidos políticos son instituciones corruptas.

Imagen: Tupungato en iStock

Por ello, y ante el creciente descontento por la precaria situación económica y la inseguridad en que vive la mayoría de la población, los ciudadanos los rechazaron en las urnas, eligiendo a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien, aparentemente, representaba todo lo contrario: un hombre astuto que supo hacer creer a la gente que era un demócrata honesto, sin ataduras a quienes controlaban el enorme aparato de corrupción, a quienes denunciaba y atacaba en cada discurso, prometiendo acabar con ellos y con la corrupción, a la que culpaba de la pobreza generalizada en todo el país.

Foto: Cuartoscuro en animalpolitico.com

El resultado del experimento salió bastante caro. Una vez en el poder, surgió un caudillo megalómano, resentido, ignorante, faccioso y discapacitado intelectual, incapaz de discernir nada que no fuera parte de su evangelio, que arrasó con profesionales en el servicio público y expertos en sus campos, y los sustituyó por leales a su tribu en puestos para los que no están capacitados, salvo por su lealtad al jefe de la pandilla. Así, después de más de tres años, la pobreza y la pobreza extrema se han expandido, la inseguridad es más violenta y se extiende geográficamente por todo el territorio nacional, y el crimen organizado es tolerado y ahora gobierna partes del país. Los antes acusados de corrupción son ahora sus aliados y beneficiarios de sus favores, protección y encubrimiento, y la corrupción rampante está peor que nunca.

Las perspectivas no son alentadoras, sino todo lo contrario. El bienestar sólo existe en el discurso oficial y en los nombres de programas e instituciones dedicados a comprar lealtades. Hábilmente, el término bienestar es objeto de toda la propaganda oficial.

La estrategia política de la 4T es inteligente y clara: polarización basada en silogismos y falacias. He aquí un ejemplo: si eres pobre, es porque este es rico; Si es rico, es porque es corrupto y se asoció con gobernantes anteriores para robar a la nación, y por eso eres pobre; Si estudió y obtuvo un posgrado, es un tecnócrata que no te entiende ni le importas y solo busca beneficiarse a sí mismo y a sus jefes extranjeros que siempre nos han explotado; Si vives en una zona acomodada y tienes una buena casa es porque eres corrupto, y por eso los demás son pobres. Ergo: si no eres pobre, eres parte de la mafia del poder, un conservador neoliberal, un adversario de los pobres y de la 4T. Ergo: si quieres dejar de ser pobre, viaja al pasado porque la corrupción se acabó.

Imagen: Francescoch en iStock

Hasta ahora, AMLO ha podido evadir la realidad de las promesas incumplidas. Su discurso tiene éxito porque les toca la fibra sensible, haciéndoles ver que los ricos y los políticos que eran sus socios los habían pisoteado e ignorado durante muchos años. Lo dice en su lenguaje parlanchín, despacio y con un tono de enojo dramático. Su público objetivo son los miembros de la sociedad con menos ingresos y educación, campesinos, trabajadores, población urbana y suburbana humillada, resentida por el despilfarro de los políticos y sus socios, es decir, los ricos ( fifís) según su retórica. Les hace sentir que él es uno de ellos, uno de los desposeídos, que la elección de 2006 le fue robada por los mismos que se enriquecieron a costa de ellos, los saqueadores, esos personajes abusivos ligados al poder. Y por eso hace alarde de su fingida austeridad y presume su pobreza.

Foto: Pedro Domínguez en msn.com

Continúa la embestida contra los gobiernos anteriores, haciéndolos responsables de la falta de atención a los enfermos, de la falta de medicinas, del desempleo; manipula para despertar sentimientos de ira, resentimiento, odio, violencia, inseguridad, desesperanza, amargura y furia, y con ello justifica e incita a la anarquía, a la toma de casetas de peaje, al robo de combustible, al bloqueo de vías férreas, a atacar a los militares que tienen órdenes de no defenderse, de dejarse humillar. Los populistas autoritarios dividen. Esa es su herramienta para justificar su permanencia en el poder.

Foto: Pedro Pardo /AFP en elpais.es

Crece una polarización que puede tornarse violenta no sólo en el discurso sino en múltiples frentes: narcos contra narcos, partidarios de morena contra opositores, proletarios contra la clase media “aspiracional”, anarquistas contra defensores de las instituciones. Una lucha fratricida que irremediablemente conduce a un mayor empobrecimiento y atraso, mientras otros países que viven en armonía interna y entre sí avanzan para lograr el verdadero bienestar de sus ciudadanos. El país ya ha pasado por eso y perdió la mitad de su territorio.

Imagen: en nationalgeographic.org

La destrucción institucional avanza a pesar de la precaria defensa de los opositores, que señalan que hay una gran diferencia entre modernizar instituciones que lo necesitan y destruirlas. El empecinamiento en dilapidar recursos en proyectos innecesarios y costosos tiene el efecto de debilitar instituciones y programas tan esenciales como sensibles para los menos favorecidos.

Foto: en aeropuertoaifa.mx

Encima, hay una total falta de respeto al estado de derecho. AMLO afirma con frecuencia que si debe decidir entre la justicia y la ley, debe prevalecer la justicia. Excepto que es él quien determina lo que es justo. La ley sólo se aplica cuando él lo decide. Recientemente, cuando se debatía en el Congreso la Reforma Energética presentada por su gobierno, declaró: “No me vengan a decir con eso de que la ley es la ley”. Él considera que él está por encima. Parece la definición de tiranía.

Imagen: Wildpixel en iStock

En este sentido, existe una severa desventaja cultural heredada del sistema que agoniza: Mientras la Constitución de Estados Unidos tiene sólo siete artículos y, en sus 234 años de existencia, ha tenido sólo 27 modificaciones -las diez primeras conocidas como Carta de Derechos-, la Constitución de México data de 1917, tiene más de 136 artículos y durante su centenaria existencia ha sufrido 762 modificaciones*. Pareciera que cada administración toma como insignia de honor enmendar la Ley Suprema ya sea agregando su causa favorita como artículo para otorgarle “rango constitucional”, o enmendando algún artículo para hacerlo encajar con un propósito de moda específico.

Imagen: Archivo General de la Nación en wikipedia.org

Evidentemente, AMLO y sus lugartenientes ignoran ciertos conceptos básicos de ciencia política, como la idea de que en un Estado constitucional, las decisiones políticas fundamentales deben ser tomadas por un gobierno responsable y controlable, no por un solo individuo y su equipo. Esto no sólo es ajeno a la ideología de la 4T, sino su opuesto exacto. También, que las Instituciones surgen como respuesta a demandas sociales y son producto de acuerdos colectivos de los ciudadanos de una Nación, que establecen la responsabilidad del Estado de cumplir una serie de obligaciones a través de instituciones específicas que garantizan su cumplimiento, ejerciendo funciones claramente definidas.

En su último discurso del Estado de la Unión como presidente, el 1 de septiembre de 1928, Plutarco Elías Calles afirmó: “México debe pasar, de una vez por todas, de la condición histórica de un país de un solo hombre fuerte a una nación de instituciones y leyes”.

De todos es sabido que la creación de instituciones forma parte de un proceso civilizador que, a medida que avanza, estimula y fortalece el progreso de la sociedad. Ese es el sentido que les da razón de ser. Sin embargo, no podemos sorprendernos. Desde julio de 2006, oímos: “Al diablo con las instituciones”. Era el graznido del ganso ahora transformado en caudillo.

Foto: en almomento.mx

En cualquier país civilizado, los lemas de campaña se traducen en políticas públicas y programas gubernamentales compuestos por proyectos específicos, debidamente presupuestados y programados con objetivos claramente definidos. Sus resultados son medibles para ser evaluados. El Estado debe crear las condiciones necesarias para atraer inversiones productivas. Nada de esto ocurre en la 4T.

Foto: Oleksandr Pidvalnyi en Pexels

AMLO ni siquiera entiende que no todo gasto público es inversión. La sutil diferencia de que la inversión pública tiene un efecto multiplicador constante sobre la actividad económica mientras que el gasto sólo tiene un impacto limitado e inmediato. Una vez realizado, su efecto termina. Este es el drama del gasto masivo en programas sociales: genera una actividad económica limitada en su impacto y duración, y lejos de sacar a nadie de la pobreza, sólo la prolonga indefinidamente hasta que, debido a la ausencia de inversión, la economía se agota, y la recaudación de impuestos ya no es suficiente para cubrir los programas sociales. Pero eso sí, son muy eficaces para comprar votos.

Foto: Marcus Woodbridge en Unsplash

Pregona su vocación republicana sin saber lo que es. Los principios republicanos que ignora y obviamente no respeta son la libertad, las virtudes cívicas y el estado de derecho. El rayo de esperanza convertido en tirano; esa es la transformación que vive México.

Imagen: Sefa Ozel en iStock

Cuenta la leyenda que cuando el presidente Adolfo Ruiz Cortines informó a Adolfo López Mateos que era su sucesor, le entregó un mapa de México y le preguntó si sabía lo que era, a lo que respondió, sí señor, es el mapa de nuestro país. Ruiz Cortines asintió y le dijo: cuídelo mucho y, si es posible, mejórelo. AMLO dejará al país mucho peor de como lo encontró.

Foto: en mediateca.inah.gob.mx

Sí, México necesita urgentemente un nuevo sistema.

Para defender los derechos de los ciudadanos a ser gobernados por los mejores y más capacitados para hacerlo.
Para salvar al país del atraso y la inminente quiebra económica.
Para tener un congreso que sea respetado como lo que debe ser: un poder más de la unión.
Para evitar cambios a la constitución encaminados a mantener indefinidamente en el poder a un grupo de incapaces y rapaces que se sienten iluminados y que están por encima de la ley y las instituciones.
Para evitar que el crimen organizado, tanto el de cuello blanco como el de ametralladora, siga mandando sobre quienes deberían combatirlo.
Para evitar que, por la torpeza en la gestión de gobierno y la tibieza en el uso de la fuerza pública para imponer el orden y hacer respetar la ley, nuestro vecino se vea obligado a intervenir para hacer lo que el nuestro no quiso o no pudo hacer, poniendo en riesgo y causando daños en su territorio, con el argumento éticamente válido de salvaguardar vidas y propiedades de sus ciudadanos.
Para no permitir que nuestra incipiente democracia se transforme en una tiranía encabezada por un hombre con discapacidad intelectual.
Para evitar que a la mayoría se le oculte la realidad con una narrativa triunfalista, que a la postre se convierta en tragedia.

Imagen: Nikko Macaspac en Unsplash

* https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/ref/cpeum_crono.html


SEPGRA Political Analysis Group.

Este artículo se publicó originalmente en Inglés el 11 de mayo de 2022. Desde entonces y hasta el 1 de octubre había sido leído 532.942 veces según Google Analytics. Es, con mucho, el más popular.

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